jueves, 25 de febrero de 2016

PATIOS

LOS PATIOS MEXIQUENSES

Susana Bianconi
Publicado por el Fondo Editorial del Estado de México en el libro 
Arquitectura Vernácula y Tradicionalista del Estado de México
febrero 2016

La higuera permanece
como muda vigía
en esta casa de siglos,
contagiando de savialos cimientos añejos
que la levan al viento
Y por eso la Higuera

-lengua del caserón-
congrega los presagiosen 
en obscuros racimos
Flor Cecilia Reyes

Los Patios

El patio nos habla de un tiempo pasado que fue mejor. En Metepec, el patio de la casona de Jorge Luis y Flor Cecilia ha sobrevivido, gracias a la sensibilidad de ambos, a los avatares de la propiedad, que como tantas otras ha sido dividida entre herederos y destinada a fines diversos. Hoy en ese patio se escucha el Jazz que proviene del restaurante de la planta alta, donde el piano está montado sobre la troje y donde las ramas altas de la higuera alcanzan la terraza de los fumadores que adivinan la luna entre sus follaje. Las subastas de arte, las catas de vino y las charlas de amigos se dan en torno al patio de esta casona en esquina que ha corrido con la suerte de mantenerse en pie para dar identidad al pueblo mágico.

Las partes constitutivas del patio
Esencialmente el patio mexiquense se define por un rectángulo abierto al centro de un inmueble y a nivel de calle, rodeado de un pasillo alzado por tres  o cuatro escalones. Este corredor soporta su techo con columnas esbeltas formadas por una basa de cal y canto repellada, una base de piedra labrada y un fuste de madera cilíndrico de al menos tres metros de altura. Barandales o poyos circulan la galería, a la cual se abren los cuartos con delgadas puertas de dos hojas y generosa altura.
El rectángulo central está generalmente embaldosado con cuarterones de barro o lajas de piedra y puede contener al medio una fuente, resabio del aljibe del pozo de agua.
                  

                                        

Fig. 1- Sede alterna COLMEX, Toluca                     Fig. 2 Ex Hacienda San Martín, Ocoyoacac

El acceso al patio
El zaguán por el que se accede al patio desde la calle puede tener una o dos puertas: el portón grande y sólido que se alinea con los muros a pie de banqueta y el segundo, de reja de madera, el que aun permaneciendo cerrado permite la compra de tortillas o de hierbas a través de sus barrotes. Facilita también la vista furtiva hacia ese el pozo de luz y verdor que es el patio, sin invadir la privacidad de la casa.
                
La vegetación de los patios
La vegetación de los patios mexiquenses es una miscelánea difícil de comprender al primer vistazo. A pesar de las variedades climáticas del Estado, la característica común de los patios mexiquenses es el coleccionismo, es decir, la variedad per se. En tierra o en macetas, las plantas no siguen un diseño cromático o una voluntad de conjunto, sino una suma de partes, todas ellas distintas entre sí.
 

Fig. 5 Casa de la Sra. Mary, Santa Ana Tlapaltitlán, Toluca. Foto: Felipe Consuelo

Un par de frutales es lo más que vamos a encontrar en cuestión de árboles en un patio mexiquense, como los dos guayabos de la casa Joaquín Arcadio Pagaza de Valle de Bravo. Pero en cuanto a plantas se refiere, la lista es interminable y el caos visual también. No será raro que un ama de casa rechace una planta regalada porque “esa ya la tengo” y la cambie por alguna otra, como coleccionista de estampillas. Consecuentemente, el ojo no reposa en un arriate lila o en un maciso amarillo,  sino que salta nervioso de un lugar a otro como tratando de encontrar la cabecita alada en un retablo barroco.
Las plantas silvestres no forman parte de este conjunto, salvo algunas medicinales. Las jaulas de pájaros en cambio están presentes con su cauda de trinos que nadie osa poner en libertad y la diversidad de botes y macetas varias, dista mucho de formar un ritmo o una cadencia coherente. Debe reconocerse que detrás de este coleccionismo hay una persona amante del color y de la vida, que riega las plantas y que habla con ellas. Terapia cotidiana de ver crecer y florecer un “piecito” obsequiado por la vecina o una añosa enredadera de la abuela.
Abuela que toma el sol en la galería del patio, que se acomoda trabajosamente donde el sol le entibia sus rodillas y no le quema la cabeza cana. Privilegio de este espacio semi-cubierto íntimo y familiar que es el corredor del patio, donde la fruta la provee la higuera o el guayabo y donde el aire está impregnado de aromas dulces que juegan en el patio donde el viento nunca arrecia, donde las heladas no caen y donde el cielo se abre entre el follaje.

Adiós a los patios
  Coincide la desaparición de los patios con la introducción del concreto armado. Y no es casualidad sino evidencia, del fin de la arquitectura vernácula en las zonas urbanas del Estado de México. La fecha puede ubicarse en la década de 1940. La industrialización se exportaba desde Hollywood a toda Latinoamérica. El patio se cambió por el jardín en rededor de la casona, cuando Pedro Infante se bajó del caballo para subirse al convertible.
 Con la pavimentación de las calles en concreto hidráulico (que en Toluca ocurre en 1951) llegan los autos americanos, el garaje al frente, la casa al centro del predio y el adiós a los patios.

Esencia
El patio es a la casa lo que los portales son a la plaza. Patio y plaza han desaparecido de los vocabularios arquitectónicos y urbanísticos contemporáneos. Son, sin embargo, parte de un pasado patrimonial que valoramos los nostálgicos… y algunos buenos arquitectos como Mario Schejtnan y Jorge Calvillo.
 

Fig. 6 y 7: Malinalco, patios de Mario Schetjnan y de Jorge Calvillo