lunes, 6 de diciembre de 2010

sobre el TELETÓN

EL NEGOCIO DE LA CARIDAD
Susana Bianconi
Publicado en CAMBIO del Estado de México en febrero 2009

Mientras el siglo XX será recordado seguramente como socialista, el XXI parece que lo será por la filantropía exhibicionista tal como la que practican Madona, los Pitt-Jollie y Bill Gates siguiendo los pasos de Lady Di. Porque apelar a la lástima es un buen negocio y las caridades de relumbrón, que exhiben la desgracia sin pudor, son la nueva manera de lavarse la cara y hacer dinero.
La industria de la beneficencia privada da buenos frutos aún en los estertores del neoliberalismo. Disminuido el DIF al punto que ya pocos recuerdan el significado de su sigla, las cajeras de supermercados siguen redondeando los cambios para un sinnúmero de organizaciones curiosas, a veces respaldadas por Televisa.
Sabemos que el fin último de esta beneficencia del redondeo es doblemente suculento: en primer lugar logra deducir de impuestos los donativos y en segundo, le aligera al gobierno federal su tarea obligada e intransferible de brindar salud preventiva y curativa a la totalidad de la población.
Durante el sexenio foxista la fundación “Vamos México” logró algunos milagros financieros como el de que sólo llegara a los necesitados 36 centavos de cada peso donado. Martha Sahagún jamás rindió cuentas de los restantes 64 centavos (la pesquisa la hizo una periodista extranjera, basándose en las cifras de la propia institución pseudo-filantrópica).

Para que exista la caridad, se requiere que haya pobres, porque en un país ideal de amplia clase media, la caridad no sólo sería innecesaria sino ofensiva. Con el modelo económico que sigue este país, queda garantizada la existencia sobrada de pobres para mantener entretenidas a las personas que gustan ostentar sus buenas conciencias a través de la entrega de limosnas.
En estos últimos meses se han sacado del país muchos millones de dólares, que, sumados al descalabro económico internacional, han provocado una devaluación del 40% de la moneda (el dólar pasó de costar 10 a 14 pesos). Tal actitud egoísta de los capitalistas es entonces contrarrestada con la caridad bien publicitada.

Porque los grandes capitales habían amenazado con irse del país si ganaba la elección del 2006 Andrés Manuel López Obrador y para que esto no ocurriera, el Partido Revolucionario Institucional, fiel de la balanza, justificó el manoseo de las cifras que el IFE publicaba el 2 y el 3 de julio de ese año para otorgarle un minúsculo triunfo del 0,5% al garante del estatus quo.

En plena crisis de diciembre, el sujeto emanado de tal componenda, hizo entrega - frente a las cámaras de televisión - de un donativo al Teletón. Sin duda es congruente con su deuda moral y la salda en caridad televisada. Un precio muy bajo para el beneficio personal recibido.
Mientras el estado socialista pasa a la historia, los pobres aumentan y la caridad les lava la cara a los ricos apátridas.

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